lunes, 8 de junio de 2015

Sonrisas infinitas...

¿Qué son las sonrisas infinitas? Era ella, ella era la mujer de las sonrisas infinitas, ella era la verdadera sonrisa infinita, que era capaz de sonreír hasta cuando su corazón lloraba.

Era fácil y difícil a la vez, era fácil porque pocos entenderían que no siempre eran sonrisas de alegría, le serviría como escudo, como protección; pero, en el fondo, era difícil, porque a veces no le apetecía sonreír, quería tener sus rabietas, sus llantos, que la gente supiera lo mucho que necesitaba un abrazo.

Pero no le gustaban los abrazos por compasión, no le gustaban las sonrisas para hacerle sonreír. Era más fácil encontrar abrazos y sonrisas sinceras si ella lo ofrecía antes, aunque por dentro no aguantase. 

Las sonrisas infinitas son como cuando un mago desvía la atención para que no veas lo que realmente debes ver, para que no veas el truco; estas sonrisas cumplen la misma función, desvían la atención de lo realmente importante, los ojos, la voz... Los ojos reflejaban la tristeza mucho más claramente, ese brillo especial, esa expresión de ojos apagados, caídos. La voz, esa voz que no desprende alegría, que se nota apagada, débil...

Quizás había aprendido que si sonreía recibiría la alegría que necesitaba recibir, para no caer en el fondo, si sonreía atraería más las buenas vibraciones de los demás, si sonreía, dibujaría sonrisas en los demás que hacían que su corazón vibrase de alegría. 

Cuando no la veían sonreír, se preocupaban por ella, era un interés que no le gustaba, no quería que se acercasen con ojos de preocupación, con voces entrecortadas; admiraba a aquellos que con una mirada hacían que se sintiera segura, que con una sonrisa consiguieran darle el calor que necesitaba, que con una palabra la llenaran de vitalidad. Por eso sonreía, porque cuanto más sonreía más alegría recibía. 

Ese era el verdadero secreto de la mujer de las sonrisas infinitas... 

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